La trata de personas es un delito que vulnera la libertad y la dignidad de las víctimas, así como su integridad física y emocional; y las consecuencias no solo afectan al individuo que es víctima, sino también a la familia y a la sociedad en general. Los tratantes engañan a mujeres, hombres, niñas y niños de todos los rincones del planeta y los someten diariamente a situaciones de explotación.
En la actualidad la trata de personas es considerado el tercer negocio ilícito más lucrativo del mundo, solo superado por el tráfico de drogas y de armas, y cada año genera ganancias que van de 32 mil a 36 mil millones de dólares, aproximadamente, según estimaciones del Foro de Viena para combatir la trata de personas, organizado por las Naciones Unidas.
La forma más conocida de trata de personas es la explotación sexual, sin embargo, también existen miles de víctimas que son objeto de trata con fines de trabajo forzoso, servidumbre doméstica, mendicidad infantil o extracción de órganos.
El 18 de diciembre de 2013, la asamblea general de las Naciones Unidas, en su resolución número A/RES/68/192, designó al 30 de junio como Día Mundial Contra la Trata de Personas, precisando que la trata sigue siendo un grave problema a nivel mundial, y que el establecimiento de ese día es necesario para concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos.
La trata de personas es un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, incluidos el trabajo forzoso y la explotación sexual. El Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas brinda la definición de “trata de personas”: es la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.
Cualquier persona puede ser víctima de trata, pero los riesgos se acrecientan con la presencia del crimen organizado en la región, los niveles de desarrollo o la migración irregular. Los menores de edad en condición de pobreza, mujeres o jóvenes indígenas también son más susceptibles de caer en redes de la trata de personas. En la actualidad los tratantes han aprovechado el uso de las redes sociales entre la población para buscar y captar víctimas con la finalidad de explotarlas.
En el estado de Chiapas, se continúa con la campaña Corazón Azul, que nuestro país adoptó desde el año 2010, cuyos objetivos son: contribuir a la prevención de la trata de personas, dar voz a las víctimas visibilizando los contextos donde se encuentran, generar conciencia en la población y proporcionar información concreta sobre el delito y qué puede hacer la sociedad en su prevención, combate y detección.